Debajo de mi confortable cama guardo mil recuerdos de mi infancia. Todavía conservo una caja transparente de plástico duro donde están mis peluches favoritos: Copito de nieve con su gorro rojo me sigue recordando a las tardes de invierno en las que quería sacarle de paseo.
Mi peluche favorito era y sigue siendo Piolín, con el que conciliaba el sueño cada noche.
Todos estos juguetes y los que están guardados en las cajas siguen siendo de gran utilidad, ya que, cuando vienen mis primos pequeños disfrutan jugando con ellos.
De pequeña cuando jugaba al escondite me escondía debajo de mi cama, porque me resultaba muy segura y no me daba miedo, al contrario que a otros niños a los que les daba miedo porque creían que había monstruos.
En la arrugada bolsa roja guardo disfraces de mi infancia hasta la actualidad: desde los típicos vestidos de princesa hasta los terroríficos disfraces de Halloween.
En otra caja se encuentran las películas de Disney que me encantaba verlas con mis hermanos.
En un extremo tengo un peso blanco guardado en una bolsa, que utilizo de vez en cuando.
En la caja naranja guardo trabajos de diferentes cursos por si me resultan necesarios en un futuro.
El calzado que tengo también me trae muchos recuerdos, pero actuales: mis botas negras de deporte me ayudan a soportar largas caminatas y carreras, mis manoletinas de diferentes colores las suelo utilizar a diario y mis tacones permanecen esperándome hasta el fin de semana cuando salgo de fiesta.
Ahora muchas noches me tumbo en mi cama para sumergirme en alguno de mis libros favoritos hasta que me quedo dormida.
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